martes, 29 de enero de 2013

55a.- Jaca a Botaya

Nos levantamos a las 6:30 y al poquito tiempo nos llama Rocío con otra sevillana al teléfono, que nos da alegría en esta fría mañana.

Catedral de Jaca

Pasa el tiempo y salimos a las 9 de la mañana después de desayunar. Tomamos el camino hacia Santa Cilia, primero por carretera y posteriormente por camino, que lo tenemos que dejar por el mal estado en que se encuentra y nos subimos otra vez a la carretera.



Paramos a almorzar en el Hotel Aragón, que se encuentra junto al la desviación hacia Santa Cruz de las Serós.

Tomamos la desviación y comenzamos a ascender primero con una suave pendiente para posteriormente ir subiendo el porcentaje de pendiente.

Llegan Irune (hija de Santi) Jose, su marido y Julen (nieto de Santi), que nos traen la comida, pues se supone que hoy y mañana no tenemos nada donde comprar.

Empieza a llover y poco a poco va ganando en intensidad, vamos por la carretera, hay poca circulación y los caminos imposibles de pisarlos.

Llegamos a Santa Cruz y giramos a la derecha para tomar la dirección a San Juan de la Peña, va pasando el tiempo, sigue lloviendo y nosotros cada vez mojándonos más y más.



A las cuatro llegamos al Monasterio Viejo,


que lo dejamos a nuestra derecha y seguimos ascendiendo hasta llegar al Monasterio Nuevo. Está cerrado ya que lo hace todos los días a las 14:00 horas, por lo menos en invierno.

Vamos al bar, y entramos por la recepción del hotel, nos dice que está cerrado a esa hora. Tiene cuatro estrellas pero para peregrinos no hay nada, preguntamos por precio y nos parece alto, intentamos negociar, ya que todavía para llegar a la meta, que teníamos prevista, nos queda demasiado lejos.

El recepcionista David, nos ayuda a buscar alojamiento en el primer pueblo que tenemos que pasar Botaya y habla con Mabi (Isabel), nos dice que nos espera.

Así que salimos y nos dirijimos hacia el pueblo, con un suave descenso hasta llegar a la desviación, a partir de este punto fuertes pendientes que con la nieve y la helada se hace peligrosa.

Al final llegamos al pueblo y preguntamos por la dirección de Mabi, en la primera casa que está iluminada. Es un pueblo con 15 habitantes.

Llegamos a la casa, llamamos y nos recibe, Mabi.

Nos enseña la habitación y nos quedamos y quedamos en el precio razonable, por cenar, dormir y desayunar.

Su marido Juanjo y tienen cuatro hijos, son casi autosuficientes y viven de una forma naturalista.

Nos hemos sentado junto a la chimenea, mientras nos secamos, tomamos un café y seguimos hablando. Llega la hora de la cena y cenamos con toda la familia, realmente nos sentimos como en casa.

Nos acostamos para las once.

Hoy hemos andado 28 km y los hemos realizado en siete horas y media.

Botaya a 27 de enero de 2013

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